Respirar libremente
El 18 de febrero de 2018 tuvo lugar el acto de inauguración oficial para el nuevo proyecto ecológico de la Fundación Madre Herlinda Moises: el vivero y centro de jardinería “Oasis de Jacquin”. Aunque la fecha de este acto hace suponer que se trata de uno de las más recientes ideas de la fundación, la inauguración del vivero solo estaba otro hito en la historia de este proyecto que ya había sido concebido en las mentes de nuestra dirección hace una década. Para saber más sobre el “Oasis” es necesario remontarse un poquito, en los años 2000 para ser exacto.
Fue en el año 2009, cuando la península de Barú todavía no estaba conectado con la tierra firme a través de un puente y cuando los precios del terreno aún fueron asequibles por la falta del turismo de masas, en este momento la fundación decidió comprar un terreno allá. Ya en aquel tiempo la gerencia tuvo la idea de cultivar la tierra para las actividades de la Fundación Madre Herlinda, pero al principio la tierra estaba en barbecho por unos años.
Hace unos tres años que empezamos con la puesta en cultivo del terreno, lo que significaba en primer lugar la construcción de una valla y de una carretera de acceso. En aquel tiempo el terreno no parecía a un lugar idílico y nadie lo consideró ser una “oasis”, por lo que los empleados de la fundación, los que ya forman parte de nuestro equipo desde muchos años, simplemente lo llamaron el “lote”.
Promover el progreso en el “lote” siempre ha sido parte del trabajo de los voluntarios austriacos y alemanes de la fundación, quienes regularmente se trasladaban a Barú para cortar arbustos, reparar la valla, llevar a cabo trabajos de albañilería etc.
El avance más grande del “lote” ocurrió en los años 2016 y 2017, cuando fue construido un pequeño cobertizo en este terreno modesto. Desde entonces esta cabaña nos sirvió como almacén para las herramientas y así aumentó nuestra productividad, puesto que a partir de este momento no tuvimos que preocuparnos más por el transporte de nuestro material, ya que estaba en Barú. Gracias a la nueva infraestructura, que también incluía una toma de agua y un tocador, el número de obras en el “lote” aumentó considerablemente. El terreno fue liberado a toda pastilla de todo tipo de mala hierba y pajonal que había crecido silvestre allá. Además se construyó una cancha, un bohío para sembrar plantas y un quiosco, así que desde este momento se podía realmente hablar de una pequeña oasis.
Al transcurso del tiempo se produjeron otros avances que no son perceptibles a primera vista. Nuestro representante legal, por ejemplo, logró establecer una cooperación con el jardín botánico de Turbaco – el Jardín Botánico Guillermos Piñeres – que no facilita el trabajo gracias a sus conocimientos en el ámbito de la cultivación de plantas. Al final celebramos todos estos pequeños y grandes logros en el acto inaugural del quiosco que tuvo lugar el 18 de febrero de 2018 y que fue honrado por la presencia de unos de nuestros patrocinadores más importantes de este proyecto, como por ejemplo el Club 0,7%, representada por la embajadora de Austria. El nombre del vivero y la fecha del acto inaugural no fueron seleccionados casualmente, sino son una referencia al trabajo de botánico austro-neerlandés Nikolaus Joseph de Jacquin, cuyas expediciones de investigación en el Caribe produjeron algunos descubrimientos importantes en su disciplina y quien hubiera celebrado su 291° cumpleaños dos días antes.
Falta mencionar que la inauguración del quiosco no significa que esto proyecto ya ha llegado a su fin, de ninguna manera. Aparte de la cultivación de plantas regionales, algunas ya en peligro de extinción, y plantas frutales y hortalizas que son ejemplares para la costa caribeña, también se planifica otras medidas arquitectónicas, como por ejemplo una casa de huéspedes que nos permitirá organizar talleres y seminarios en el vivero. El uso del “oasis” como un lugar del acto es un aspecto importante en el portafolio de actividades de la fundación, ya que la gente en nuestra zona de influencia a menudo no tienen la posibilidad de visitar tales refugios y por consiguiente representan una gran ganancia para la población local.
El 18 de febrero de 2018 tuvo lugar el acto de inauguración oficial para el nuevo proyecto ecológico de la Fundación Madre Herlinda Moises: el vivero y centro de jardinería “Oasis de Jacquin”. Aunque la fecha de este acto hace suponer que se trata de uno de las más recientes ideas de la fundación, la inauguración del vivero solo estaba otro hito en la historia de este proyecto que ya había sido concebido en las mentes de nuestra dirección hace una década. Para saber más sobre el “Oasis” es necesario remontarse un poquito, en los años 2000 para ser exacto.
Fue en el año 2009, cuando la península de Barú todavía no estaba conectado con la tierra firme a través de un puente y cuando los precios del terreno aún fueron asequibles por la falta del turismo de masas, en este momento la fundación decidió comprar un terreno allá. Ya en aquel tiempo la gerencia tuvo la idea de cultivar la tierra para las actividades de la Fundación Madre Herlinda, pero al principio la tierra estaba en barbecho por unos años.
Hace unos tres años que empezamos con la puesta en cultivo del terreno, lo que significaba en primer lugar la construcción de una valla y de una carretera de acceso. En aquel tiempo el terreno no parecía a un lugar idílico y nadie lo consideró ser una “oasis”, por lo que los empleados de la fundación, los que ya forman parte de nuestro equipo desde muchos años, simplemente lo llamaron el “lote”.
Promover el progreso en el “lote” siempre ha sido parte del trabajo de los voluntarios austriacos y alemanes de la fundación, quienes regularmente se trasladaban a Barú para cortar arbustos, reparar la valla, llevar a cabo trabajos de albañilería etc.
El avance más grande del “lote” ocurrió en los años 2016 y 2017, cuando fue construido un pequeño cobertizo en este terreno modesto. Desde entonces esta cabaña nos sirvió como almacén para las herramientas y así aumentó nuestra productividad, puesto que a partir de este momento no tuvimos que preocuparnos más por el transporte de nuestro material, ya que estaba en Barú. Gracias a la nueva infraestructura, que también incluía una toma de agua y un tocador, el número de obras en el “lote” aumentó considerablemente. El terreno fue liberado a toda pastilla de todo tipo de mala hierba y pajonal que había crecido silvestre allá. Además se construyó una cancha, un bohío para sembrar plantas y un quiosco, así que desde este momento se podía realmente hablar de una pequeña oasis.
Al transcurso del tiempo se produjeron otros avances que no son perceptibles a primera vista. Nuestro representante legal, por ejemplo, logró establecer una cooperación con el jardín botánico de Turbaco – el Jardín Botánico Guillermos Piñeres – que no facilita el trabajo gracias a sus conocimientos en el ámbito de la cultivación de plantas. Al final celebramos todos estos pequeños y grandes logros en el acto inaugural del quiosco que tuvo lugar el 18 de febrero de 2018 y que fue honrado por la presencia de unos de nuestros patrocinadores más importantes de este proyecto, como por ejemplo el Club 0,7%, representada por la embajadora de Austria. El nombre del vivero y la fecha del acto inaugural no fueron seleccionados casualmente, sino son una referencia al trabajo de botánico austro-neerlandés Nikolaus Joseph de Jacquin, cuyas expediciones de investigación en el Caribe produjeron algunos descubrimientos importantes en su disciplina y quien hubiera celebrado su 291° cumpleaños dos días antes.
Falta mencionar que la inauguración del quiosco no significa que esto proyecto ya ha llegado a su fin, de ninguna manera. Aparte de la cultivación de plantas regionales, algunas ya en peligro de extinción, y plantas frutales y hortalizas que son ejemplares para la costa caribeña, también se planifica otras medidas arquitectónicas, como por ejemplo una casa de huéspedes que nos permitirá organizar talleres y seminarios en el vivero. El uso del “oasis” como un lugar del acto es un aspecto importante en el portafolio de actividades de la fundación, ya que la gente en nuestra zona de influencia a menudo no tienen la posibilidad de visitar tales refugios y por consiguiente representan una gran ganancia para la población local.